Yo frente al espejo
Cada mañana cuando me armo de valor, cuando me
levanto, me dirijo a verlo. Allà está, estático, crÃtico,
expectante, esperándome. Y cada mañana, dÃa tras
dÃa me enfrento a él, en realidad, me enfrento a mi
misma. Generalmente no me gusta lo que veo, no me
gusta nada el paso del tiempo, me asusta y, otras
veces, ni tan siquiera me reconozco. Mi cintura casi
no existe, el vientre está redondo, mi culo me ha
abandonado, la piel no tiene brillo, hay manchas en mi
cara, arrugas alrededor de mis ojos... ¿Sabéis lo que
hay? Pues 50 años, y mi espejo ya no me quiere. Veo los anuncios en dónde te muestran mujeres maduras estupendÃsimas, el rostro terso, cuerpos esculturales,
nos quieren convencer que una crema, un sérum, producen milagros a los 50 y, lo único que realmente
es un milagro es que, con 50 años podamos mirar
a ese espejo. Yo le miro fijamente y le digo ¿Y qué? Mis
50 tienen mérito. Cada arruga, cada pliegue, cada
quilito de más, es parte de mÃ. Yo soy esa, la luchadora,
la madre, la ama de casa, la economista, la psicóloga,
la amante, la trabajadora y, ni un espejo, ni mil, podrán tumbar a la cincuentañera que respira, que anhela,
que vibra, que siente. Soy mujer, soy libre y
sobretodo, soy feliz.
Africa del Castillo